En la vibrante ciudad de Amberes en el siglo XVI, los habitantes tenían la oportunidad de deleitarse en los siete pecados capitales en un día de primavera húmedo y sombrío antes de la Cuaresma. El renombrado pintor flamenco de la época, Pieter Bruegel el Viejo, pudo haber sido testigo del ajetreo de los muelles del río Escalda, donde llegaban lujos de toda Europa. Aquella abundancia material pudo haber influido en su visión de las consecuencias espirituales de una vida centrada en lo material.
En los mercados de Amberes, los soberbios podían comprar espejos chapados en estaño y dorados al fuego, provenientes de Venecia, donde los poseedores podían admirar pieles de armiño descargadas de Riga o Danzig. Los perezosos podían elegir ropa de cama de lino de la cercana Haarlem. Los iracundos podían seleccionar un arcabuz o un fusil ensamblado por artesanos alemanes, mientras que los glotones compraban arenques ahumados de Kalmar, carne de res salada de Bremen, salchichas de Hamburgo y mazapán de Lübeck, todo adornado con una buena cerveza local, Lambic. Los lujuriosos podían deleitarse con alcachofas y hinojo afrodisíacos, ajos y trufas. Y para aquellos cuyos corazones anhelaban todo lo que brilla, había rubíes indios y turquesas persas, lapislázuli afgano y peridoto del Mar Rojo, y sobre todo, diamantes pulidos y engastados por los expertos talladores holandeses. Y luego estaban aquellos sin un céntimo para gastar, quienes solo podían observar la cacofonía con ojos verdes y envidiosos.
Pieter Bruegel el Viejo, conocido por sus impresionantes paisajes y escenas de campesinos, puede que haya tenido en mente esta Amberes mientras plasmaba su serie de grabados de 1558 sobre los siete pecados capitales. Sin embargo, fue en una obra maestra del año siguiente donde logró expresar plenamente su vocabulario de tentaciones.
Su famosa pintura “La lucha entre el Carnaval y la Cuaresma” de 1559 fue realizada sobre tablas de roble de un solo árbol que había crecido en las frías costas del Mar Báltico. Representa un mercado flamenco que habría sido familiar para la generación de sus padres, pero que ya se había convertido en una nostalgia silvestre y rústica para el público del pintor. Los detalles sensoriales, sin embargo, serían reconocibles tanto para sus contemporáneos como para nosotros.
En la bulliciosa feria de Bruegel, existen todo tipo de contradicciones en tensión: el conflicto entre la alegría y la piedad, la indulgencia y la abstinencia, la tentación y el arrepentimiento, e incluso el invierno y la primavera. Los árboles esqueléticos y estériles en el lado izquierdo de la composición contrastan con las ramas florecientes del lado derecho.
Al igual que los tableaus sobrepoblados de su predecesor Hieronymus Bosch, la composición de Bruegel también está llena de una sobreabundancia de actividad. Alrededor de 200 personas se mueven por el espacio central de la escena. En una panadería, una mujer de pañuelo blanco sencillo se arrodilla y exhibe redondos y crujientes pistolets, mientras que su compañera lava la ventana superior. Más hacia el centro de la escena, dos pescaderos desvisten carpas de escamas grises, mientras que un monje vende pretzels desde una cesta de mimbre marrón. La vida en su realidad carnal, abultada, apestosa y terrenal: una escena confusa, desordenada y hermosa.
Pero esa multitud humana no es lo que llama realmente la atención del espectador. La pintura de Bruegel está dominada por la personificación literal de su tema central: en primer plano, una encarnación vivaz del Carnaval, una celebración anual de desenfreno, se enfrenta a la personificación austera de la Cuaresma, representada segundos antes de que una lanza atraviese su escudo. El Carnaval es un carnicero gordo, vestido con medias rojas y una camisa azul apretada contra la circunferencia de su abdomen prominente. Su trineo marcial es un barril de cerveza gigante y su estribo una olla de cocina. Es una masa de carne sudorosa y peluda. Su séquito está compuesto por una variopinta mezcla de bufones enmascarados y payasos con gorros de burro, cuyo camino está lleno de cartas, huesos, pasteles y cáscaras de huevo, que emana de la taberna que domina la parte izquierda de la pintura.
El ejército opositor se acerca desde la derecha, siendo la Cuaresma una mujer demacrada y verdosa, vestida con un hábito, que es arrastrada en un carro por un monje y una monja, portando una espátula sobre la cual descansan dos humildes arenques. Es un conjunto de huesos y cartílagos esqueléticos. Acompañada por niños cuyas frentes están marcadas con la cruz negra del Miércoles de Ceniza, este ejército marcha desde la catedral gótica rodeada de vendedores de reliquias y flagelantes en el extremo derecho de la pintura.
Preguntas frecuentes:
1. ¿Cuál es el tema principal de la pintura “La lucha entre el Carnaval y la Cuaresma” de Pieter Bruegel el Viejo?
El tema principal de la pintura es el conflicto entre la celebración del Carnaval (representada por una figura alegre y gorda) y la Cuaresma (representada por una figura demacrada y verdosa).
2. ¿Cuál es la composición de la pintura?
La pintura está compuesta por una multitud de personas y escenas que representan la vida cotidiana en un mercado flamenco.
3. ¿Qué simbolizan los personajes de Carnaval y Cuaresma?
El personaje del Carnaval representa la indulgencia y el desenfreno, mientras que el personaje de la Cuaresma representa la abstinencia y la penitencia.
4. ¿Cuál es el significado de los objetos y alimentos presentes en la pintura?
Los objetos y alimentos presentes en la pintura representan los lujos y placeres materiales de la época, así como las tentaciones y pecados capitales.
5. ¿Qué contrastes se pueden apreciar en la pintura?
Se pueden apreciar contrastes entre la alegría y la piedad, la indulgencia y la abstinencia, así como entre el invierno y la primavera.
Definiciones:
1. Tablas de roble: Placas de madera hechas de roble utilizadas como soporte para pinturas.
2. Esquilas: Pieles de animales pequeños utilizadas para hacer adornos o prendas de vestir.
3. Arcabuz: Antigua arma de fuego de avancarga utilizada en la Edad Media y el Renacimiento.
4. Mazapán: Dulce hecho de azúcar y almendras molidas.
5. Lambic: Tipo de cerveza belga de fermentación espontánea.
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